LISIS (O de la amistad) de Platón

Ensayo 

¿Qué es la amistad? ¿Qué significa ser amigo? Lisis demuestra con argumentos un especial concepto de amistad y nos ayuda a entender cómo eran las relaciones entre los griegos.

Platón nos comparte los diálogos de Lisis ante el gran Sócrates. Diálogos que reflejan el vinculo más allá del parentesco, el vinculo de la camaradería, de ser ‘cuates’, ‘brothers’, ‘compas’ o como gustes llamarle a tus amigos.

Lo más interesante es que Lisis confronta la “utilidad” de tener amigos. No son pocas las veces que elegimos amigos por conveniencia; pensamos que de algo nos servirá llevarnos con tal o cual persona porque, dice el dicho popular, más vale tener amigos que dinero.

Lisis supera estas ideas. Parte de la explicación del amor y la amistad de los primeros filósofos y junto con Sócrates proyecta el concepto de amistad hacia nuevos horizontes.

En Lisis podemos encontrar respuestas que sin pedirlas nos ayudarán a replantearnos nuestras relaciones personales, sabremos si elegimos amigos por bondad o por presunción, si somos el ser que ama o el ser amado.

El amor lo traemos desde niños. Desde esta premisa parte Lisis para enracharse en un viaje de discusión con el fin de llegar al conocimiento de lo que trata el ser amado y la amistad.

Para lograr deleitarle la vista al ser amado hay que saber sobre cuáles cosas conviene hablar. Es precisamente esa la razón del por qué Sócrates, se anima a platicar acerca de los sentimientos con cuatro jóvenes atenienses -Lisis, Menéxeno, Hipotales y  Ctesipo- y llegar así a nuevas conclusiones al respecto.

Hipotales cree que poniendo en un altar a su amado está expresando el verdadero amor. La realidad que le hace ver Sócrates es la siguiente: el que entiende de amores no ensalza al otro y no teme lo que pueda resultar de ello. La mayoría de la gente hace “cosas por amor” solo para vanagloriarse y sentirse orgullosos.

El amor va más allá de eso. Para demostrar tal idea Sócrates plantea preguntas a Hipotales sobre la relación con sus padres. Le dice que si sus padres lo amaran de verdad lo dejarían hacer lo que quisiera porque así será feliz. Que si sus padres no le permitían tales cosas era porque no tenía el conocimiento para hacerlo y por lo tanto no podían confiar en él.

Sócrates le hace ver también que el amor va ligado a qué tan buenos somos al hacer las cosas. En aquello en lo que seamos realmente hábiles seremos reconocidos por nuestros seres queridos y más aun, por vecinos y conocidos.

Pero en todo lo que no tenemos destreza nadie nos dará libertad para hacer lo que nos plazca, siempre dependeremos de los demás. Nadie nos querrá cerca porque no podrá sacar provecho de nosotros y eso, no es amor.

Con esta manera de pensar comienza una travesía para conocer acerca de amigos, amantes, amados y enemigos.

En la discusión se puso en jaque la teoría de que los buenos son amigos de los buenos y los malos no pueden tener amigos. Esto parte de la idea de que la gente malvada no puede rodearse de verdaderos amigos porque son personas inestables, nocivas e impulsivas.

Nuestros amigos suelen ser personas afines a nosotros. De manera natural nos inclinamos a aquellas personas con las que tenemos gustos en común, personas que ven la vida casi como nosotros. De esta manera podemos ajustar nuestras experiencias a la teoría de que el semejante es amigo del semejante.

En ese sentido, nuestra relación de amistad se construye sobre una base que nos hace sentir cómodos a ambos, tanto a uno mismo como al amigo en cuestión. Por esa razón, también podemos encontrar personas que nos parecen incompatibles con nuestra personalidad y preferimos evitarlas.

Ya sea por prejuicios u otros motivos hay compañías que son, a nuestro parecer, totalmente incomodas. Cada uno de nosotros, como los seres pensantes que somos, tenemos una idea sobre lo que es justo, correcto o bondadoso y si bien las ideas de los demás pueden no ser contradictorias, llegan a crear tensión con las nuestras y a largo plazo eso probablemente genere conflictos.

Si sabemos leer con precisión a los demás podemos prevenir tales conflictos. Y por ello no estamos dispuestos a ser amigos del malo, por decirlo al estilo griego. Queremos cerca a alguien cuya forma de ser se ajuste a la nuestra. Entre amigos podemos tener desacuerdos, es cierto, pero siempre deberán ser sobre una línea de respeto para no romper dicha amistad.

Ahora, es curioso que a veces los que más se asemejan entre sí estén llenos de envidia o rivalidad y los que menos se parecen se complementen y llegan a ser amigos.

Lo anterior atiende a que cuando dos personas se asemejan tanto se refleja a tal grado uno en el otro que solamente ven sus defectos. El otro se convierte en una proyección de uno mismo. No somos tan fuertes para tolerar que alguien sea tan parecido a nosotros y tratamos de quitarle valor para poder sobresalir. Esto por la parte de los semejantes.

En cuanto a los que no se parecen y llegan a ser amigos hay que preguntarse primero si de verdad es amistad.

La realidad es que ser incompatibles rara vez termina en una relación de amistad auténtica. Si mencionamos los ejemplos del libro:

·         El pobre está obligado a ser amigo del rico

·         El débil está obligado a ser amigo del fuerte

·         El enfermo está obligado a ser amigo del médico

·         El que no sabe está obligado a ser amigo del que sabe

A veces pareciera que simplemente buscamos y encontramos un complemento pero ese pensamiento solo trata de justificar que nos relacionamos con la gente por conveniencia. Queremos sacar provecho de cada relación que mantenemos activa, y quizá se mantiene activa porque es mutuamente beneficiosa o, aún más triste, es una relación parasitaria en la que sólo uno se beneficia y el otro no está ni enterado.

Después de varias lluvias de ideas que dejaron caer Sócrates, Lisis, Menéxeno e Hipotales nos podemos cuestionar si igualmente es cierto que el que no necesita a nadie no se vincula con nadie. Y al mismo tiempo, es incapaz de amar.

En esa línea, entonces ningún sano será amigo de un medico por cuestiones de salud. No le resulta útil. Para necesitarlo cerca debe tener un mal: la enfermedad. Por lo tanto deseamos algo porque deseamos algo antes.

Aunque digamos que nos gusta mucho estar con una persona, en realidad nos referimos a que nos gusta mucho sentirnos escuchados, o que nos gusta apreciar su belleza. Tal vez no extrañamos como tal a una persona, sino extrañamos la sensación del momento. Y por eso buscamos su compañía.

No nos gustan los libros, nos gusta el conocimiento que podemos obtener de ellos. Siempre buscamos sacar provecho de todo y de todos. Y no está del todo mal. Lo bueno necesita de lo malo para ser necesitado. En otras palabras, si no existiera lo malo tampoco existiría lo bueno y entonces éste último no lo necesitaríamos.

Lo que debemos recalcar es que la diferencia está en desear cosas con provecho y nunca con daño. El que quiere, quiere algo y por algo. Elijamos la connaturalidad que nos beneficie a todos. La amistad la defines tú.

Las obras de Platón son tan lúcidas que es difícil no sentir que los seres humanos hemos involucionado en el pensamiento. Damos por hecho que no hace falta revolver las ideas y nos quedamos con lo que hay. Aprendamos un poco de los griegos y su curiosidad.

Hoy en día la palabra “amigo” se regala a cualquiera. No se reconoce el valor que le pertenece. Es fácil tener amigos por presunción y animados por el pragmatismo creamos relaciones superficiales.

Olvidamos que ser amigo proviene de saber amar porque ya no involucramos el amor en nuestras relaciones de amistad, parece que no hace falta. Las acciones que dirigimos a los que llamamos amigos en realidad son favores que esperamos poder cobrar algún día.

Así se manejan las relaciones en un mundo competitivo en el que quien no avanza, pierde. Y para avanzar hay que tener contactos, no amigos.

No podemos aferrarnos a los amigos cuando la vida nos guía hacia otro camino. Sin embargo, es precisamente el tiempo el que nos hace ver cuáles son las verdaderas amistades. Y esas amistades, salvan el alma.

Ya lo dijeron los griegos: si quieres ser amigo, no le temas al ridículo, ama.

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