La salud mental como cajón de sastre
“De forma similar a los niños, muchos quieren cosas sin las
consecuencias que acarrean”. José Ortega y Gasset.
Hay personas que se dedican
a una profesión por pasión o vocación, otros por diversión y hay algunos que lo
hacen para complacer expectativas ajenas, muchas veces provenientes de la
familia. Cualquiera que sea la razón no es excusa para incumplir con tus
responsabilidades una vez que las aceptas.
Naomi Osaka, actual número 2
del ránking mundial de tenis, fue multada por no presentarse en una conferencia
de prensa a finales de mayo pasado mientras era llevado a cabo el torneo de
Roland Garros, el segundo Grand Slam del año.
Multa bien aplicada pues no asistir a una conferencia de prensa es una
falta de responsabilidad contractual.
Ya no fue sorpresa ver que,
a pesar de que atender a los medios es parte del trabajo del tenista, hay
personas que empezaron a argumentar que Osaka no tenía por qué responder preguntas
que la hicieran sentir incómoda (preguntas sobre su mala racha en polvo de ladrillo,
por ejemplo). Esto debido a que la tenista hizo alusión a un problema muy grave
como la depresión que sin duda debería ser prioridad.
A partir de este evento la
atención del mundo se volcó hacia el tema de la salud mental de Osaka en lugar
de si se debe o no cumplir el contrato con la prensa y los medios -que todo
tenista debería cumplir-. Según la tenista, su problema se remonta desde 2018,
hace ya muchas conferencias, triunfos y dinero, pero está bien, le puede pasar
a cualquiera.
No obstante, la prensa no es
solamente los periodistas que hacen preguntas en la conferencia después de un
partido. Las respuestas a esas preguntas es material de consumo mundial
mediante una revista, un periódico, un programa. Si los medios no transmiten a
una jugadora, esa jugadora seguramente no generaría los mismos ingresos de
patrocinio. De tal suerte ¿Por qué rehusarnos a ver más allá de nuestras
narices?
Nadie habla tampoco de la
inversión que hacen los medios durante cada torneo, enviando periodistas y
cronistas para extraer información directamente de los jugadores. Para que esto
funcione es necesario que haya un círculo de cooperación jugador – prensa y si
una de las partes no coopera la cadena se rompe.
¿Hay preguntas malintencionadas?
En ese caso, hay también tenistas, jueces y árbitros malintencionados, pero no
por eso vamos a prohibir el tenis. Y en ese caso bien vale recordar las
tremendas conferencias de prensa que han tenido otros tenistas, por ejemplo, cuando
a Nadal le preguntaron sobre machismo o dopaje, o cuando a Djokovic lo
cuestionaron sobre el conflicto con la ATP (Asociación de Tenistas
Profesionales) o la organización del Adria Tour durante la pandemia.
Pueden decirme que no se
vale comparar porque cada cabeza es un mundo, pero las actitudes o son buenas o
son malas. Algo muy diferente es que uno pueda decidir si contestar o no una
pregunta porque tenemos derecho a decir que algo nos parece fuera de lugar, pero
evadir las preguntas por evadirlas es una completa falta de respeto.
Repasando las últimas
conferencias de prensa de Osaka antes de su declaración, solamente encuentro
preguntas sobre su juego en polvo de ladrillo. Ni siquiera se acercaron a temas
políticos sobre Estados Unidos que, por las campañas que Osaka montó el año
pasado, parece ser un tema delicado que no le molesta. Si alguien me puede
aclarar cuál fue la indagación repetitiva, constante y dañina para la japonesa, lo
leeré con gusto porque yo no la encontré.
Es cierto que todos estamos
llenos de contradicciones, pero lo que no es justificable es aceptar malas
actitudes solamente porque las hace tal persona o porque le pasó tal cosa. Si
una persona no cumple con un compromiso de contrato -pero sí con todo lo demás-,
es una persona que no cumple con todas sus responsabilidades, pero que sí quiere
todo lo bonito que le provee el torneo: los puntos, la competencia, la
transmisión de los partidos, el dinero, el contacto con los fans, hablar
después del partido ganado… ah, pero ¿Contestar preguntas que no estén
programadas? No, gracias. Eso la hace sentir mal y ella no tiene por qué
tolerar eso.
Hoy más que nunca
necesitamos analizar desde la objetividad y no desde lo político. No podemos amoldar la realidad a la conveniencia propia porque entonces ¿Qué
sigue? ¿Quedará prohibido preguntar algo remotamente no positivo? ¿Sólo será
válido responder preguntas sobre las victorias pero no sobre las derrotas? La cosa no funciona así.
Lo más sensato es que si uno
no está en condición tiene que esperar para hacer de tenista profesional,
porque ser un tenista profesional que cobra millones de dólares por jugar
implica también obligaciones. Todo progreso tiene sacrificios. Uno se hace más
fuerte cuando logra levantar más peso y la mente se fortalece cuando
sobrepasamos una dificultad. Personas que hemos pasado por depresión lo sabemos,
así como Osaka usa auriculares para controlar la ansiedad, todos podemos tener
mil trucos para sobrellevar el día a día.
Afortunada o desafortunadamente
para muchos, pasar desapercibida cuando estás en la cúspide de tu profesión es
difícil. En este caso específico, todo lo que ocurre alrededor de un deportista
de élite genera visibilidad, aumenta el interés de los fanáticos y, al final,
todo forma parte del circo mediático para que los patrocinadores decidan pagar
millones de dólares a determinados jugadores. Precisamente la alta cotización
de un atleta es consecuencia de la imagen que han creado sobre el mismo, muchas
veces con su colaboración.
En ese sentido, no podemos
darle un cheque en blanco a unas personas y a otras no. Si lo hacemos, poco a
poco los límites irán desapareciendo y tendremos jugadores que pidan apagar las
cámaras porque eso los está poniendo ansiosos o, en medio de un partido pedirán
que no graben el siguiente tiebreak
porque eso les pone mucha presión encima ¿Somos tan inhumanos para no apagar
las cámaras que ponen en riesgo la salud mental de un atleta?
Si un jugador exclama: "Este
partido lo quiero a puerta cerrada porque la gente apoya a mi rival y eso pone
en duda mi mente” ¿Seremos tan egoístas para no darle más importancia a la
salud mental que a los espectadores? Entonces, como es más importante la
hambruna en el mundo que tu auto ¿Le puedo prender fuego a tu auto para
visibilizar el problema del hambre en el mundo? Así está la lógica hoy, cuando
a toda mala actitud la escudas en pos de la salud mental, tienes a todos de tu
lado y puedes hacer lo que se te pegue la gana. En otras palabras, todo es
justificable e incuestionable cuando hablas en nombre de la salud mental.
Peligroso.
Osaka dijo que se tomaría un
tiempo para evaluar su mente, pero menos de 2 meses después regresó a las
canchas. Mientras tanto, el tiempo que “descansó” fue suficiente para ser
portada de Sports Illustrated en traje de baño (por mucho que la foto haya sido
tomada hace meses), para sacar su muñeca Barbie, para promocionar su documental
en Netflix y para aceptar ser la cara de los Juegos Olímpicos llevando la
antorcha en sus manos y encender el pebetero. Todo eso da a entender que siente
pánico social en entrevistas, pero no para todo lo demás, y que fuera de
responder preguntas incómodas disfruta de firmar contratos a más no poder.
Lo que es un hecho es que Naomi
Osaka, a sus 23 años, se está convirtiendo en una imagen muy fuerte, un símbolo
de su generación en la que el privilegio va enlazado a una voluntaria
victimización. Simplemente un reflejo de todo lo que está pasando en el mundo. Es
joven y tiene cosas por aprender, démosle tiempo porque para ser tenista
profesional necesita estar en condición física y mental no sólo para aguantar
largas jornadas de trabajo viajando por el mundo sino también para soportar
mucha presión sobre sus hombros.
Osaka quedó eliminada en
tercera ronda de estos juegos olímpicos de Tokio y de lo poco que aceptó declarar
antes de retirarse entre lágrimas fue que sintió mucha presión por todo lo ocurrido
anteriormente y por ser un evento masivo en su país de origen. Entonces Osaka
tiene 2 opciones: gestionar la presión o replantearse continuar, porque como
dijo Djokovic:
“La presión es un privilegio. Sin
presión no hay deporte profesional (…). Si esperas llegar a la cima de un deporte,
tienes que aprender a gestionar la presión”.
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