¿A qué se va a la universidad?
Nuccio Ordine, catedrático de la Universidad de Calabria, dice que no se va a la universidad para obtener un diploma ¿Entonces?
Se va a la universidad a
aprender. Parece algo muy básico pero los alumnos parecen haberlo olvidado,
incluso algunos maestros. Todos se apresuran para salir más rápido, llegar
antes o ser el primero cuando la realidad es que si quieres aprender de verdad
deberías hacerlo sin prisa. Con tal de tener el diploma en las manos
apresuramos nuestros procesos de aprendizaje porque hoy vale más la cantidad
que la calidad. Lo importante es que de los 100 alumnos que ingresaron, 100
obtengan su diploma y si se apuran hasta beca les dan, pero ¿Qué saben ellos? ¿Esos
100 alumnos están bien preparados? El resultado es un descenso del nivel
cultural a escala nacional.
Los profesores debemos enseñar
que el estudio y la cultura sirven para formar ciudadanos libres, capaces de
razonar por sí mismos. Hacerles entender eso a los alumnos no es tarea fácil, y
menos cuando el mundo y la sociedad van avanzando a pasos acelerados y nos bombardean
con la idea de que ir rápido es mejor.
Nuestra responsabilidad como
profesores es formar consciencia crítica y no asegurar que todos salgan con las
mismas ideas al graduarse.
Otra cuestión que obstaculiza la
educación es que ya no se puede pedir esfuerzo porque el alumno se va a quejar.
Las mismas escuelas promueven que el alumno aprenda divirtiéndose, de lo
contrario se aburre. Los profesores se han transformado, incluso los que
queremos resistirnos, porque si el alumno no está a gusto, el profesor es el
que se debe acoplar y sucumbir ante sus demandas.
Si bien la capacidad de
adaptación es imprescindible, al adaptarnos a la educación digital ha provocado
que los alumnos ya no acepten de ninguna manera una clase magistral, el diálogo
les aburre. Les aburre porque ni siquiera saben cómo expresar sus ideas, si es
que las tienen. Ya no quieren participar en algo que no esté dentro del mundo
digital.
Al alumno ponle una actividad,
divertida, una película, un juego, un video con un YouTuber famoso, asígnale una
calificación aprobatoria que no refleje sus capacidades y tu contrato estará
seguro. Si, por ejemplo, ponemos una idea educativa en un video de Tiktok,
alguien podría verlo como una magnífica herramienta para el aprendizaje, pero
esos videos efímeros dan aprendizajes efímeros.
El razonamiento crítico se
construye de a poco. Solamente con una base firme puesta desde casa, desde los
primeros años, las siguientes generaciones podrán entrar a la universidad con otro enfoque, y podrán tener en el futuro un camino
mucho más esperanzador hacia la verdad.
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